Curioso el papel de los sexos en la comida. Hay muchas
culturas donde los fogones están reservados exclusivamente a las mujeres. Son
éstas las que transmiten sus recetas y conocimientos de generación en
generación. Son las hijas de ellas las que acarrean el agua, enjuagan los
utensilios y las ayudan con el trabajo más pesado.
Quizás por ser mexicana, o por mi familia en particular,
siempre he visto el espacio de la cocina como un santuario femenino. Y sin
embargo, en la mayoría de las cocinas profesionales de todo el mundo, son los
hombres los que llevan el delantal. En el país vasco conocí un fenómeno que no
he visto en otros sitios. Así como hay peñas taurinas, de fútbol o de golf, en
Euzkadi hay cofradías gastronómicas.
Los hombres se escudan en su gusto por la comida para
alejarse del bullicio de su propio hogar. ¡Qué mejor forma de abstraerse de los
quejidos de la mujer que preparando unas cogochas al pil pil, con un puro en la
boca, una cerveza en la mano y la preciada compañía de la cuadrilla de siempre!
Poco sabemos las féminas de lo que se fragua en esas cocinas inundadas de
testosterona.
Algunos machos se agrandan cuando logran encajar un balón en
la esquina de una red. Otros tantos guardan en un secreto cajón la pelota de su
mejor swing. Los vascos alzan el pecho cuando después de haber leído, probado y
creado, logran superar al resto de sus compañeros en la altruista labor de preparar
un plato cojonudo. EL PLATO. Ese del que se hablará en las subsecuentes
reuniones y que se transmitirá de generación en generación, al más puro estilo
de las indígenas mexicanas.
Cosa rara, a pesar de tener muchas amigas, siempre me he
sentido mejor rodeada de hombres, whiskies en las rocas (tequilas derechos o
mezcales -el orden de los factores no altera el producto-), cigarros y
palabrotas. Quizás por ello me gané un lugar en esta cofradía.
Quizás también porque coincidimos en que la vida es para vivirla y qué mejor si
se vive marinada de rica comida, rica bebida y buenas amistades.
¡Qué mejor compañía que un grupo de hombres amantes de la comida y del bien vivir! “¡Otra vez esta
maldita felicidad!”, reza la etiqueta de uno de mis mezcales favoritos. Gracias Iñaki por la invitación, es un honor compartir este espacio con ustedes.
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